El carácter oculto de cada persona se manifiesta en los viajes. Ante la incertidumbre de no sentirse seguro en el espacio y con sus habitantes el individuo manifiesta su verdadera naturaleza. Asà lo demostró Román ante su compañera, a quién le habÃa propuesto matrimonio y para celebrar su unión oficial la invitó a un viaje al mar.
Durante dos años de noviazgo Román manifestó que nunca le serÃa infiel y estarÃa con ella hasta que la muerte los separe. Ella, una mujer en apariencia sumisa y bonachona, sospechaba de que nadie podÃa hacer promesas porque se condicionaba a ciertos comportamientos. Sin embargo decidió darle una oportunidad. Pero en la playa se decepcionó de Román.
Después de cuatro dÃas de estar juntos ya no la miraba a los ojos, estaba en silencio y buscaba cualquier excusa para estar solo. Tal vez si le hubiera prometido ser infeliz ella tendrÃa la opción de decidir. Pero este comportamiento de Román no era consecuente con su promesa. Ese es el problema de las promesas, una vez hecha en el corazón de una mujer no hay marcha atrás. Creyó que era algo pasajero hasta que una tarde lo vio diciéndole algo a una española al oÃdo y luego un beso.
Este hecho fue suficiente para que ella hiciera sus maletas, aprovechando una de las salidas de Román a la playa. SabÃa que si se rompe una promesa se rompe la confianza. Asà que dejó sobre la cama la argolla de compromiso. Antes de partir, verificó llevar todo el dinero y visualizó el sur. Desde siempre le han gustado estas tierras.